jueves, 27 de septiembre de 2007

Motivos y expectativas de ingreso a la escuela Normal de la Licenciatura de Educación Primaria elaboró Mtra. Guadalupe Badillo Márquez

Es inicio de ciclo 2007- 2008, una nueva generación ha ingresado con diversos motivos y expectativas para estar en esta profesión. Algunos vienen de bachilleratos oficiales, otros de particulares, colegio de bachilleres, BUAP y unos pocos del mismo BINE.

El ingresar los estudiantes a esta vocación de ser maestro (a), no ha sido por una acción espontánea de éstos; sino que tienen de fondo diversos motivos extrínsecos e intrínsecos que los hicieron elegir esta profesión. Responsables o no, comprometidos o no, identificados plenamente a esta vocación o no, el hecho es que, están ya dentro de un proceso que les espera difícil o fácil y que enfrentarán durante cuatro años, tratando de satisfacer sus diferentes expectativas en la medida en que viven sus procesos formativos hasta lograr ó no satisfacerlas, porque no era lo que esperaban...
Así pensar en el candidato a ser maestro, obliga a preguntarse ¿quienes son los que ingresan a esta vocación? ¿por qué decidieron entrar a la escuela normal para ser maestro?¿cuáles son sus expectativas en relación a la profesión que eligen?, ¿qué esperan de la escuela normal? estas y aún más interrogantes surgen para entender que tipo de estudiante es el que ingresa a la normal, puesto que previamente no existe un perfil de ingreso u orientación de los mínimos rasgos o características que se espera del estudiante para ser maestro por vocación.

Por lo que les invito a participar en forma anónima a dar su comentario personal respecto a estas diferentes preguntas que se plantean y se logre el perfil de egreso esperado de este plan de estudios 97 vigente hasta la fecha.

martes, 4 de septiembre de 2007

Profesión docente: atributos y funciones Por Fernando Hernández López

Del latín profiteri, la palabra profesión significa declarar abiertamente. Se refiere a aquel empleo, oficio o cargo que una persona desempeña públicamente. Para el caso del médico, del abogado o del ingeniero, personajes singulares y conocidos por todos nosotros, su ejercicio profesional se garantiza por el posicionamiento de conocimientos especializados y una forma muy clara del método utilizado para el trabajo concreto que realizan, al tiempo que guardan, según Bernard Berber, las siguientes características (como propias de una profesión):[1]

· Un alto grado de conocimientos sistemáticos y generalizados que se adquieren en las instituciones de educación superior.
· Primacía de la orientación hacia los intereses de la comunidad antes que hacia el interés individual.
· Un alto grado de autocontrol de la conducta por medio de códigos interiorizados en el proceso de socialización (integración) profesional y en las asociaciones voluntarias constituidas por los profesionales – que en México se les conoce como profesionistas.
· Un sistema de retribuciones monetarias y honorarias basado esencialmente en el prestigio del trabajo realizado y no en las finalidades particulares de cada individuo.

Bajo este marco de referencia, el efecto que ello tiene sobre la formación de las profesiones que se gesta desde el ámbito de las instituciones de educación superior, se relaciona con dos aspectos primordiales que tienen que ver con la estructura curricular inicial: primero, con una serie de necesidades sociales, culturales, económicas, psicológicas, ideológicas y políticas, previamente detectadas e históricamente analizadas bajo su propia realidad y dimensiones de desarrollo; segundo, con un enfoque filosófico, epistemológico, axiológico y teleológico que define el sentido de los valores culturales y el concepto de la función de hombre como ente productivo, vinculado al supuesto prospectivo que responderá a dicha sociedad.

Para comprender mejor las dimensiones de este compromiso, es importante contestar esta interrogante: ¿La mayoría de los profesores que laboran en las instituciones de educación superior, poseen un conocimiento sólido en pedagogía, didáctica o ciencias de la educación? Si así fuera, la competencia profesional del arquitecto, el ingeniero, el médico, el abogado o el profesor no estuviera tan cuestionada, y daría mejor respuesta a las demandas globalizantes de nuestro tiempo. Esto tiene varias explicaciones; una de ellas es la esencia del conocimiento que se imparte en las instituciones de nivel superior, cuyo contenido puede no responder a la actualización de su propio contexto. El contenido “light” que existe en muchas de ellas, corresponde a un contenido superficial, mermado en su esencia, y por ende, carente de significado concreto y sostenible sobre los principios teóricos o filosóficos que enmarcan la ciencia o la tecnología.[2] En contraposición a esta postura, los contenidos deben ser relevantes y pertinentes, esto es, significativos, queriendo entender por este término la internalización del conocimiento en la conciencia del estudiante para usarlo adecuadamente y en forma oportuna ante situaciones problemáticas. Esto obliga a cualquier profesional a tener un conocimiento actualizado para que sea pertinente, tanto en lo social, en lo disciplinario y en lo facultativo, si se trata de una profesión intelectualmente renovadora en su marco laboral. Por lo tanto, el docente, cualesquiera que sea su nivel de desempeño, deberá preparase continuamente a la par de los avances en materia científica y sentido pedagógico para poder enfrentar los académicos enfoques educativos del nuevo milenio. El contenido ha enseñar adquiere, entonces, un lugar preferencial en la preparación del docente, y sobretodo para el formador de formadores si estamos vocacionalmente comprometidos con nuestra profesión.


[1] Fuentes Lemus, Bulmaro (1998). Un proyecto de docencia para las Instituciones de Educación Superior, México, Plaza y Valdés Editores, pp. 27-28.
[2] Fuentes Lemus, Bulmaro (1998). Un proyecto de docencia para las Instituciones de Educación Superior, México, Plaza y Valdés Editores, pp. 30-31.