lunes, 15 de octubre de 2007

Para ser maestro. Por Fernando Hernández López

Maestro no es el que expresa el discurso literario de la ciencia, ni el que escribe poéticamente sobre el pizarrón, el que reza textualmente los aparatos y sistemas del cuerpo humano, o el que impone una disciplina vertical para que sus alumnos siguan, "obedientemente", sus indicaciones. Ser maestro significa adoptar el mayor compromiso que tiene el hombre para sí y para los demás en el marco de una formación cultural, y por esencia, humana. Por esta naturaleza sui géneris, la labor de enseñar implica, un sentido claro de servicio y ayuda, de amor y comprensión, donde la interdisciplinariedad del conocimiento para el educando y el dominio de los principios rectores de la pedagogía, constituyen la plataforma sustentable de un trabajo centrado en los valores retomados para la construcción de un "modelo de hombre", cuyo destino enfrente con seguridad y aplomo las vicisitudes de su entorno, y se integra al mismo tiempo como elemento activo de un proyecto social y productivo. ¿Tarea fácil o paradigma utópico? ¿Sueños de un ideal o retador proyecto? Con cualquiera de tus respuestas, el compromiso del maestro está inmerso desde el principio mismo de su formación, porque su función como docente, anuncia su participación social en todos sus momentos bajo el abrigo sutil de la cultura. Ser maestro, entonces, representa la mayor responsabilidad de las conciencias profesionales, de los proyectos humanos y los anhelos universales. En sus procesos de enseñanza-aprendizaje permea, con categoría suprema, el propósito firme de los proyectos de vida planeados para sus alumnos, y no precisamente en la imposición rectora de los principios de la ciencia para normar su conducta, sino para asegurar su destino, estimular su creatividad y promover su capacidad cognitiva. Enseñar, así concebida, no es sólo transmitir conocimientos, sino fomentar valores y desarrollar habilidades, en atención a la composición estructural del hombre (cuerpo y espíritu), pero sobretodo en atención a su particular naturaleza humana: la psiqué, noción tan mencionada y discutida entre los estudiosos, pero tan necesaria para saborear y disfrutar la vida. Hasta aquí sólo existe un ápice de conocimientos para iniciar el estudio del complejo tejido educativo o buscar las formas adecuadas para la función docente, y con todo ello, ¿todavía piensas que ser maestro es una carrera fácil de ejercer? ¿O tan sólo representa una utópica tarea que repite esquemas para sostener la vida común de las personas?

La elección profesional por la docencia implica un compromiso social y humano por la naturaleza misma que guardan sus acciones, protocolo que debe sustentar el proyecto de vida de todo estudiante desde el seno de sus estudios iniciales. No se trata de enseñar las letras y unirlas para formar palabras, ni tampoco los números para sumarlos y restarlos mecánicamente con la mente; se trata de adosar estos conceptos al proceso crítico del pensamiento con la luz universal de sus principios, para entender las formas propias de escribir y el razonado modo de medir las cosas. El buen maestro se allega a la totalidad de la persona, dice Alfonso Borrero, porque esculpe la escultura íntegra del ser, como el artista el cuerpo entero de su obra. La labor del maestro forma el todo, no las partes, porque atiende indisolublemente la integridad de la persona, en las esferas en que las dividan los contradictrorios autores del ser humano. Porque la educación es obra de la inteligencia, y también del corazón, dice el mismo autor; y creo que en este punto, los aspirantes a esta noble profesión, deben pensar en la amplia gama de palabras que deberán dominar sobre el contexto de las dos alma que se interconectan en el sutil proceso de la clase.
Para lograrlo debe existir la plena convición por el estudio, paralelo al compromiso social por la enseñaza, ambos firmes y llenos de pasión, de disciplina y renovadas formas de superación profesional.
Para tí, joven estudiante: el maestro no es el jefe que comanda, sino el amigo que comprende a su discípulo y lo conlleva a encontrarse y a construirse por sus capacidades e inteligencia.

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